La Malva silvestre abunda en Asturias, se la puede encontrar en las orillas de los caminos y las carreteras fácilmente.
Poco a poco, se ha ido perdiendo la costumbre de usarla, y ya poca gente conoce sus características curativas, que son variadas.
Yo todavía tengo la suerte de que mi abuela ha podido ayudarme a reconocerla y me ha contado cómo secar las flores y usarlas contras los catarros invernales.
En otoño-invierno la podemos encontrar así:
Y en primavera y verano, ya la podemos recoger en flor:
Se pueden consumir secas o frescas. Si optamos por la opción de consumirlas frescas, recién recogidas se pueden consumir como la lechuga en una ensalada, tanto las hojas como las flores, o cocida como cualquier verdura, estilo espinacas, berzas, acelgas… Nos aporta vitaminas A, B1, B2 y C, y da color y sabor a nuestros platos.
A la hora de consumirlas secas, se recomienda secarlas en un lugar fresco a la sombra y conservarlas en un recipiente hermético en un lugar donde no le dé la luz.
Mi abuela me cuenta que la usaban para curar los resfriados en invierno y no me extraña porque ya Dioscórides decía que sirve para bajar la fiebre, calmar la tos, tiene propiedades expectorantes, diuréticas y antiinflamatorias. Con lo que todos los síntomas del catarro pueden ser solucionados con esta magnífica planta.